Superando los desafíos en la limpieza de tubos curvos
La limpieza de tubos curvos de intercambiadores de calor y calderas presenta un conjunto de desafíos único en comparación con la limpieza de tubos rectos. La presencia de curvas requiere una consideración cuidadosa de las herramientas, la técnica y el material del tubo para garantizar una limpieza efectiva y segura. Si bien el objetivo siempre es lograr un tubo completamente limpio, el éxito de la operación de limpieza a menudo depende de un equilibrio entre la eliminación de depósitos y la prevención de daños al tubo en sí.
Entendiendo los desafíos
El principal desafío en aplicaciones curvas es la curvatura en sí. En los intercambiadores de calor, particularmente aquellos con haces de tubos en forma de U, las curvas pueden ser extremadamente cerradas, como una horquilla. Esto se debe a que los tubos interiores tienen un radio muy pequeño, mientras que los tubos exteriores tienen un radio mucho mayor. Esta variación en el radio de curvatura requiere una solución de limpieza flexible que pueda adaptarse a diferentes severidades de curva dentro del mismo paquete, o el uso de dos configuraciones de herramientas diferentes.
Las calderas acuotubulares, por otro lado, suelen tener curvas menos pronunciadas, a menudo ubicadas más cerca del tambor de lodo. Si bien las curvas no son tan pronunciadas, aún así requieren equipo especializado.
El material del tubo es otro factor crítico. Al limpiar cualquier cosa que no sea acero al carbono, se debe tener cuidado para evitar rayar o dañar el diámetro interior (DI) del tubo. Esto a menudo significa utilizar cepillos o herramientas especializadas que no desgasten la superficie.
Por último, la naturaleza de los propios depósitos juega un papel importante. Los depósitos pueden variar en espesor, dureza y composición. Una capa fina y suave de sarro se puede eliminar mucho más fácilmente que una capa gruesa y dura de residuos. La cantidad de acumulación también es importante; los tubos muy obstruidos pueden requerir un enfoque de varias pasadas, comenzando con una herramienta más pequeña para crear un orificio piloto antes de usar uno más grande.


Determinar el mejor enfoque
Antes de comenzar cualquier limpieza, se deben determinar dos factores clave: el material del tubo y los criterios de aceptación para la limpieza. Los criterios de aceptación, a menudo determinados mediante un boroscopio, establecen un margen mínimo para el porcentaje de residuos que quedan en el tubo. Si bien lo ideal es eliminar todos los residuos, puede que no siempre sea posible, especialmente en unidades más antiguas o con depósitos persistentes.
Una vez conocidos estos factores, podrá seleccionar el método de limpieza adecuado. Esta elección generalmente depende del tipo de depósito, del espesor del depósito y del radio de curvatura del tubo. Cuanto más grave sea la acumulación de escombros, más pequeña deberá ser la herramienta inicial para navegar a través del diámetro interior restringido.
Un método común para las calderas es el de «traquetear» la tubería, para lo cual se utiliza un motor neumático y un cabezal de limpieza. La herramienta vibra y raspa las paredes internas del tubo, rompiendo y desprendiendo los depósitos. Para los intercambiadores de calor, este proceso puede ser similar, pero las herramientas pueden variar.
Cómo seleccionar las herramientas adecuadas
Para tubos con una cantidad significativa de residuos, a menudo es necesaria una estrategia de limpieza de múltiples pasadas. Usted comenzaría con una herramienta más pequeña para perforar el depósito y, a medida que el diámetro interior se hace más grande, cambiaría a una herramienta más grande. Por ejemplo, si tiene un tubo de perforación de 10 pulgadas con 2.5 pulgadas de acumulación, necesitará una herramienta pequeña para comenzar. A medida que este primer paso elimina la capa inicial, la identificación crecerá efectivamente. Luego se puede utilizar una herramienta más grande en pasadas posteriores para limpiar el depósito restante.
Un desafío clave en este escenario es evitar que el motor y el cabezal de limpieza se muevan dentro del diámetro interior más grande. Un movimiento excesivo puede dañar las herramientas o, lo que es más grave, el propio tubo. Para solucionar esto, se puede utilizar una funda o un motor más grande en la segunda pasada para mantener la herramienta centrada.
En algunos casos, un solo método de limpieza puede no ser suficiente para cumplir con los criterios de aceptación. Si la limpieza mecánica por sí sola no puede eliminar todos los residuos, puede ser necesario un enfoque híbrido. Esto puede implicar el uso de una combinación de limpieza mecánica y química. Un lavado químico puede ayudar a disolver o aflojar los depósitos restantes que la limpieza mecánica no pudo alcanzar, especialmente en áreas con curvas cerradas.
En general, cuantos más residuos pueda eliminar, mejor será la transferencia de calor y el rendimiento de la unidad a lo largo del tiempo. Al considerar cuidadosamente los desafíos únicos de los tubos curvos y emplear las herramientas y técnicas adecuadas, es posible lograr una limpieza profunda que extiende la vida útil y la eficiencia del equipo.